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¿Cómo le darían la noticia de la partida de su papá a esos niños?

Estaba con una amiga gozando del sol y la tranquilidad de las playas del Pacífico, cuando el guardián de la casa donde estábamos nos llegó a avisar que una avioneta acababa de accidentarse en el Aeroclub de Iztapa.

Estábamos tan cerca, que decidimos ir a ver. Salimos en la lancha de madera del hijo del guardián y, al llegar, nos encontramos con una avioneta pequeña, para dos personas, estrellada de punta. Sus dos ocupantes habían fallecido en el momento. Dos hombres jóvenes, casados y, según comentaron las personas que se encontraban en el lugar. Los presentes que los conocían, comenzaron a contarnos la última plática que habían tenido con ellos, antes de que despegaran, sin saberlo, hacia el más allá. El que iba de acompañante, ya lo habían sacado de la avioneta y el piloto seguía en su lugar. Cuando los bomberos lo iban a sacar, me di cuenta de que tenía puesta su cadena con dos crucecitas, una más grande que la otra. Tratamos de soltar el broche de la cadena para que la familia del piloto pudiera hacer el mejor uso de sus cosas, con la mala suerte de que al abrir el broche, la cruz más grande cayó y no la logramos encontrar. La cadena con la cruz pequeña, la entregó el bombero al policía para su cuidado respectivo.

Mientras trataba de soltar la cadena al piloto, mis pensamientos corrían con muchos mensajes, pero más me centré en imaginarme cómo les darían la noticia de la partida de su papá a esos niños. ¿Cómo les iban a explicar a esos pequeños que ese ser tan querido había entrado ya a la vida eterna, y que su función en esta vida había terminado? ¿Les iban a decir la verdad de lo sucedido o iban a cometer el mismo error que cometen muchos en mentirles, diciéndoles: tu papá se fue a un… y crearles un sentimiento de culpa?

Amigos papás, amigas mamás, por favor, cuando un ser querido muere, el niño tiene toda la capacidad de entender lo que pasa si se le habla y explica de una manera clara y honesta lo sucedido. Siempre con la verdad. ¿Sabía usted que un niño desde los dos años entiende lo que es la muerte? No creamos que por ser pequeños no tienen esa capacidad de entender y aceptar la partida de un ser querido. Tan pronto como ocurre lo inesperado, se le debe explicar a los niños lo sucedido, lo ideal es hacerlo en un ambiente familiar y por alguien muy cercano a ellos.

Si usted supiera lo importante que es que los niños compartan el dolor de la partida del ser querido, y que estén presentes en las ceremonias fúnebres. Darles a esos pequeños todas las explicaciones posibles. Responderles con la verdad y de la forma más simple posible a sus preguntas o inquietudes. Como digo, darles la libertad a que pregunten lo que quieran y contestarles con la verdad.

Estimule al niño a hacer preguntas, sin importar cuán absurdas o fuera de lugar puedan parecer; comparta las ideas y miedos que pueda tener usted, como adulto. El niño debe sentir que usted, adulto, expresa su dolor, tristeza, llanto, porque esto va a ayudarle a comprender que expresar sentimientos está bien. Permita, de esta manera, que el niño tome sus propias decisiones. Pero no olvide, sea siempre honesto aunque el dolor lo envuelva, y sea muy fuerte.

Seguía viendo lo sucedido y oyendo que el piloto había ido a dejar a su esposa e hijos al aeropuerto esa mañana del accidente. Y me preguntaba: ¿y sus hijos irían a regresar para ir al funeral y darle un último adiós a su papá? Me contaron que el copiloto tenía una hija única, a quien amaba por sobre todas las cosas. ¿Habría tenido ella la oportunidad de poderlo despedir, de acompañarlo a esa ceremonia de convivencia en el cementerio y que ella viera dónde iba a descansar por siempre el cuerpo de su papá?

No sé, crecemos con tanto tabú para hablar de la muerte. Se dice que es mejor no hablar de ello porque provoca mucho dolor. Pero ¿y si desde pequeños habláramos de la muerte de una manera tan abierta como hablamos del nacimiento de alguien, de la primera comunión del primo, o la boda del hermano? Al fin y al cabo, lo único que tenemos seguro cuando nacemos, es la muerte, ¿o no? Entonces, quizá podríamos aceptar la muerte sin tanto dolor. Y como nos dice Elisabeth Kübler Ross en su libro “La muerte: un amanecer”, a los niños es muy importante abrirles el camino, que conozcan y aprendan que “la vida continúa, que la muerte no existe, que es tan solo un renacimiento, un amanecer. Que con la muerte, simplemente abandonamos nuestro cuerpo físico”.



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